Sinopsis
El libro del Éxodo se abre bajo el signo de las mujeres que salvan la vida. La madre de Moisés desobedece la orden de arrojar a su hijo al Nilo, lo esconde y, cuando no puede ocultarlo por más tiempo, lo deposita en un cesto de papiro que entrega a las aguas del río. Otra mujer, la hija del faraón, encuentra el cesto flotando en las aguas y se compadece del niño.
No es casual que el pueblo hebreo –pueblo nómada de partos difíciles en tiendas portátiles– haya puesto en el origen de su gran historia de liberación a dos parteras de Egipto, Sifrá y Puá, de las que sabemos poco. Ciertamente fueron las primeras objetoras de conciencia: «Las parteras temían a Dios y no hicieron lo que había mandado el rey de Egipto, sino que dejaban con vida a los niños». En su gesto resuena el mito griego de Antígona, que desobedece al rey para obedecer la ley más profunda de la vida.
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