Sinopsis
La pregunta sobre el sentido de nuestra vida está íntimamente relacionada con la conciencia de que un día moriremos. La sentencia de muerte nos acompaña como una sombra desde el día de nuestro nacimiento. Pero por cuanto obvia sea esta constatación, es difícil agregarla a las otras evidencias de nuestra existencia.
Todos sabemos que un día más o menos lejano será el último, pero la mayoría de nosotros vive como si la muerte fuera un hecho que no le concerniera.
Solamente alguna vez nos damos cuenta, por ejemplo, cuando nos encontramos delante del féretro de un ser querido. San Agustín afirmaba: “Todo lo demás que poseemos, sea bueno o malo, es incierto. Sólo la muerte es cierta (…)”.
En épocas pasadas se era más consciente del límite de la vida y se miraba a la muerte con más coraje y serenidad, a la cara. Vivir y morir constituían una unidad indisoluble. En la época contemporánea, en cambio, hablar de la muerte ya no está de moda. El tema es relegado a los asépticos repartos de reanimación o a los hospicios.
Sin embargo, también el hombre moderno debe resignarse al hecho irrefutable que vida y muerte, en principio, no están en su poder.
La presente antología –que toma como punto de partida versículos de la Biblia, reflexiones y argumentaciones de filósofos, teólogos y santos así como de muchos otros personajes notables o no tanto– quiere invitar a meditar sobre la muerte, que para el creyente constituye el inicio de una nueva vida, que no conocerá ocaso.
Si uno u otro de los pensamientos elegidos pudiera ayudar al lector a familiarizarse con la idea de que la muerte abre para el creyente la “puerta de la vida”, el compilador sentiría ampliamente recompensado su esfuerzo.
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